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martes, 23 de mayo de 2017

¡¡¡ SOY MISIONERA !!!

Me llamo Teresa Yotsaya Piriyachart, soy misionera Idente de la Provincia de Tailandia. Nací en una familia católica y viví rodeada de un ambiente religioso. Los niños que íbamos a la escuela también íbamos a misa todos los días, cantábamos en el coro, teníamos confesión una vez a la semana. Teníamos muchas actividades. Mi pueblo estaba a 50 kilómetros de Bangkok y mi padre, hombre de fe muy profunda, me envío a casa de unos tíos, con 12 años, para estudiar la secundaria en un centro llevado por monjas. Cuando nos encontrábamos, siempre me preguntaba si me gustaría ser religiosa. Me había enviado allí porque yo era buena estudiante y le hubiera gustado que su hija pudiera servir a la Iglesia en aquella congregación. El sembró en mi corazón la semilla de ayudar a la Iglesia pero en cuanto a consagrar mi vida, esa parte yo no la entendía.( ). Una vez terminados los estudios empecé a desarrollar mi profesión, pero yo seguía buscando algo que no sabía que era. Traté de leer libros de vida espiritual, participar en la adoración eucarística, etc. Pasado un año mi vida cambió, me gustaba ir a misa y recibir la comunión todos los días, si podía. Aunque a la vez, una parte de mi quería ser como mis amigas y llevar una vida más fácil. Pero por otra parte, soñaba con las historias de misioneros que trabajaban duro por el Reino de Dios tal como me contaba mi madre cuando era pequeña. Ambos sueños luchaban dentro de mí.
Un día, después de la adoración, sentí una voz que me decía que tenía que estudiar inglés porque tenía que ser misionera. Fue tan fuerte que, aunque no sabía qué tenía que hacer ni dónde ir, empecé a prepararme y ver el dinero que tenía que ahorrar para poder dejar el trabajo. Después de unos años, encontré un grupo de religiosos y laicos que iban a recibir una formación par a ir a trabajar a otros países. Fue así como fui a Camboya con la Sociedad Misionera de Tailandia.
En Camboya, me encontré con una dura prueba para mi fe, y es que, en medio de tanta pobreza y violencia, no podía entender cómo Dios es amor. Me había sido fácil entenderlo estando en Bangkok, teniendo comida, médicos, hospitales, etc. Pero allí la gente carecía de todo. Luego Dios me hizo entender que toda aquella miseria era fruto del pecado de los hombres y que con amor vivido por cada uno, se podían remediar muchas de esas carencias.
Allí, en un país extranjero y una cultura nueva, pero guiada por la fe y la confianza en la Providencia aprendí a dar los primeros pasos en mi consagración.
Está claro que en la vida religiosa encontramos problemas, pues tenemos que vencernos a nosotros mismos y aceptar cosas que en principio no van con nuestro carácter, psicología y gustos, pero yo creo que los más importante es la relación con Dios, que en mi caso me ha dado siempre ánimo para ir más allá de todo esto y cumplir Su voluntad.

Fuente: OMPRESS